domingo, 14 de marzo de 2010

COPENHAUGE!






Cambio climático y Copenhague 2009

En los últimos veinte años el cambio climático y sus impactos potenciales y reales se han hecho cada vez más evidentes. Esto se debe a los resultados de la investigación científica pero también a los movimientos ambientalistas, los medios, la intelectualidad crítica, dirigentes de gobierno progresistas y productores de energías alternativas, que han hecho de este problema y sus implicancias un centro de atención política y social. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y el Protocolo de Kioto surgieron en la década de 1990 como el mecanismo político internacional para abordarlo.

En los últimos dos años, la cuestión del cambio climático ha trepado a la cima de la agenda política. Esto tiene relación con la publicación del Cuarto Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC), el Informe Stern (este último con un mensaje simple y economicista) y con los precios exorbitantes de la energía y el argumento de que se ha llegado al "pico" del petróleo, una expresión que refiere a que de que a partir de ahora la cantidad de recursos petrolíferos nuevos que se encuentren serán siempre menores al lo que se consume. El PICC y Al Gore ganaron el Premio Nobel de la Paz; en las cumbres del G8 en 2007 en Alemania y en Japón en 2008, el cambio climático y la energía fueron temas centrales de la agenda. La Conferencia de las Partes de la CMNUCC en Bali, en diciembre de 2007, se transformó en una reunión con una repercusión mediática de nivel mundial.

Sin embargo, es notorio que no es mucho lo que ha cambiado en los últimos veinte años. El consumo de petróleo y gas ha aumentado enormemente, los patrones de producción y consumo siguen siendo los
mismos, y más aún, estos procesos han sido rápidamente globalizados a través del capital transnacional, las políticas de Estado y el modo de vida de una clase media mundial.

Esto obedece a una razón principal: las políticas ambientales en general, y las políticas de cambio climático en particular, son formuladas de acuerdo a la política dominante y los intereses asociados a ésta. Hoy, la política dominante es neoliberal y neo-imperial, se orienta a la competitividad y al mantenimiento y fortalecimiento del poder de los gobiernos, las empresas y las sociedades del Norte. Las políticas favorecen los intereses de los propietarios de activos y de las clases medias mundiales - incluidas las clases medias de los países con economías emergentes como China, India o Brasil.

Todavía se promueve en el mundo el modo de vida occidental como algo atractivo. Todavía se equipara el bienestar y seguridad social con el crecimiento económico, y esto supone el crecimiento de la producción de automóviles, aeropuertos, agricultura industrial, etc. en base al uso intensivo de los recursos

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